lunes, 7 de julio de 2008

Asuntos Pendientes

Tres de la mañana en punto, ya es lunes, y el tercer día consecutivo que despierto a la misma hora... el repentino insomnio durará unos veinte minutos (justo como las veces anteriores). El sueño también era parecido, al menos había entre ellos similitudes: la misma persona; aún no sé quién es ni qué desea, pero me está comenzando a desesperar.

Afuera llueve, no puedo salir a dar una vuelta como los días anteriores, además tengo que trabajar mañana temprano, por lo menos los episodios anteriores se dieron durante el fin de semana, me entretengo un rato viendo al techo, pero me aburre al poco, las imágenes confusas del sueño recién concluido vuelan por la habitación y entran de pronto a mi cabeza, con suficiente rapidez para solo crear un sólo fotograma, nunca una historia, una secuencia o al menos una escena, son sólo fotografías aisladas.

Una chica de mi edad, postrada en una cama con gente alrededor, entre los que observan, yo, se le ve feliz, habla de algo y todos prestamos atención; una calle de camellón amplio y arbolado, evidentemente no es Monterrey, quizás Guadalajara, por el paisaje y las placas de los autos, que por cierto son muchos, yo tomo una fotografía; continuación del anterior, estoy procesando la imagen en una lap top, sentado en la banca de una plaza cercana (lo intuyo por el ambiente, no lo sé de cierto), entre el gentío de la fotografía tomada, de nuevo ella, volteando hacia mí, su pelo vuela en dirección contraria frenado por la inercia.

Han pasado ya veinte minutos, esperaba estar dormido para este momento pero Morfeo se niega a complacer mis caprichos, afuera la lluvia sigue y mi vecina de enfrente discute con uno de sus muchos amantes ocasionales, quizás por un pago injusto. En mi habitación siguen rondando los espíritus de los recuerdos del sueño, entrando y saliendo, al azar y uno a uno, a mi cabeza y de ella sin quedarse más de lo que dura un instante, de seguir así en pocos días habré perdido la cordura, o tal vez la perdí hace tiempo y a tal grado que no he logrado darme cuenta de ello. Parpadeo un par de veces y ya estoy dormido, sin razón aparente.

Al cabo de unas horas me despierta el sonido de la televisión que ha encendido automáticamente una hora atrás, voy tarde, me arreglo apresuradamente preparo un café (negro y bien cargado, por favor), recojo mi cámara que he dejado sobre la mesa la noche anterior y salgo corriendo para alcanzar al taxi que habra de recogerme en el teatro cercano a mi casa. Recorro las calles con desgano mientras recuerdo los rasgos de aquella mujer que me persiguió por la noche, de vez en vez voy dando ojeadas (siempre breves sin por ello ser someras) al gentío que me rodea, buscando unos labios, un cabello, una mirada, cualquier cosa que me indique que se trata de ella, voy en el taxi, cámara en mano, retratando a quien se parece en algo a ella...

Al final del día no encuentro a nadie y me decido a olvidarla y volver a dormir...

De nuevo las tres de la mañana y la historia se repite... espero algún día salir de la espiral. algo me llama en el estudio, miro el retrato colgado a mi derecha, una foto en blanco y negro a 8 X 10 pulgadas, prueba de tiempos de una impresión mayor y ahí está, en mi pasado, no en mi futuro, solo hay un problema... la mujer de la foto no existe, son realmente tres, quizá cuatro, superpuestas por la mano del fotógrafo. La búsqueda sigue, y espero un día encontrarla y hablar con ella.

3 comentarios:

Liz López C. dijo...

algún día la encontrarás y bailarán chachacha desnudos bajo la nieve con salchichas en la cabeza ...
y yo estaré ahí con una cámara y tres sonrisas

Liz López C. dijo...

Cristóbal quiero estadísticas gratis,...
y pon algo nuevo.. flojo

Alejandra González dijo...

mmmm ... ese espiral en el que te vez e vuelto es un misterio para todos pero estoy de acuerdo con Liz, algú día la encontrarás y vas a saber el porqué te ha erseguido en sueños