jueves, 22 de mayo de 2008

Desvaríos de un sábado por la mañana




Todos guardan silencio, nada es capaz de romperlo, la habitación vacía resulta imponente, y pensar que hace un momento hablaban de sus familias, del clima, de fútbol, y de todas las banalidades acostumbradas. Pero el protocolo fue roto en mil pedazos, en vez de invitarlos a pasar a la sala, ofrecerles de comer...


-¿Gusta usted un canapé?



-No, gracias, así estoy bien



-¿A caso un poco más de vino?



-Sí, por favor


Laura prefirió hacerlos entrar en un salón amplio y vacío, los invitó a sentarse en los cómodos asientos que se extendían frente a ellos. A penas tomaron asiento las luces bajaron de intensidad y una cinta comenzó a rodar en el proyector.

La película les habló de una vida, la de cada uno de ellos; del bien, del mal... en poco tiempo convirtío en girones sus más profundos y privados sentimientos. Tan repentina como comenzó, la proyección se detuvo. Sus secretos habían sido desvelados, ahora no hay nada de qeu hablar... no hay nadie, solo el silencio.