Es Semana Santa, como cada año, la comunidad católica prepara una serie de festividades para conmemorar la pasión y muerte de Jesucristo.A estas celebraciones religiosas se han unido a lo largo del tiempo eventos de corte cultural y recreativo.
Para este Jueves Santo, el municipio de Santiago ofrece, además de la representación del lavatorio de pies y la última cena, clases de baile, una callejoneada por el municipio, entre otros eventos.
"Para el día de hoy tendremos una clase de baile, posteriormente, a partir de las 7:00 de la noche será la misa, y a las 8:00 retomamos las actividades con una callejoneada por el municipio donde nos acompañarán los tmborileros de Allende, y teminamos a las 9:00 con un concierto de flauta", afirmó una de las varias guías de turistas autorizadas por el municipio, quien no quiso dar sus datos.
Así mismo comentó que respetarán los servicios religiosos, por lo que el viernes no habrá eventos culturales, "sin embargo, el sábado y el domingo retomamos (las actividades) con una callejoneada y algunos eventos infantiles y para toda la familia".
Durante las callejoneadas se ofrecerá a los asistentes una degustación de licor de manzana, producto tradicional de la región.
Cuando te hallas sentado en tu escritorio y crees que ya todo ha sido escrito, no falta que llegue alguien gritando y pidiendo "Una columna más por favor, qué son 150 palabras" eso mismo es "Una columna más", simplemente un espacio donde escribir de todo y de nada, una columna más que puede ser o no ser sin afectar a terceros.
jueves, 9 de abril de 2009
lunes, 26 de enero de 2009
viernes, 2 de enero de 2009
Dos padres nuestros latinoamericanos

Canto nuestro que estás en tu tiempo,
no etiquetado sea tu nombre, venga tu intento,
hágase tu libertad en la prosa como en el verso,
danos hoy nuestro pan de cada día
y perdona nuestras blasfemias como también
nosotros perdonamos a los que no te entienden,
no nos dejes venderte al por mayor y libranos
del rap Amen.
Alejandro Filio
Padre Nuestro Latinoamericano
Padre nuestro que estás en los cielos,
con las golondrinas y con los misiles,
quiero que vuelvas antes de que olvides
cómo se llega al sur de Río Grande.
Padre nuestro que estás en el exilio,
casi nunca te acuerdas de los míos;
de todos modos, dondequiera que estés,
santificado sea tu nombre,
no quienes santifican en tu nombre
cerrando un ojo para no ver las uñas sucias de la miseria.
En junio de mil nueve setenta y cinco
ya no sirve pedirte "venga a nos el tu reino",
porque tu reino también está aquí abajo,
metido en los rencores y en el miedo,
en las vacilaciones y en la mugre,
en la desilusión y en la modorra,
en este ansia de verte pese a todo.
Cuando hablaste del rico, la aguja y el camello
y te votamos todos, por unanimidad, para la gloria,
también alzó la mano el indio silencioso
que te respetaba pero se resistía a pensar "hágase tu voluntad".
Sin embargo, una vez, cada tanto,
tu voluntad se mezcla con la mía;
la domina, la enciende, la duplica,
más arduo es conocer cuál es mi voluntad
cuando creo de veras lo que digo creer,
así en tu omnipresencia como en mi soledad,
así en la tierra como en el cielo,
siempre estaré más segura de la tierra que piso
que del cielo intratable que me ignora.
Pero, ¿quién sabe?, no voy a decidir
que tu poder se haga o se deshaga.
Tu voluntad igual se está haciendo en el viento,
en el Ande de nieve,
en el pájaro que fecunda a su pájara,
en los cancilleres que murmuran "Yes, sir",
en cada mano que se convierte en puño.
Claro, no estoy segura si me gusta el estilo
que tu voluntad elige para hacerse;
lo digo con irreverencia y gratitud,
dos emblemas que pronto serán la misma cosa.
Lo digo, sobre todo, pensando en el pan nuestro de cada día
y de cada pedacito de día.
Ayer nos lo quitaste, dánosle hoy.
O al menos el derecho de darnos nuestro pan,
no sólo el que era símbolo de algo,
sino el de miga y cáscara,
el pan nuestro.
Y ya que nos quedan pocas esperanzas y deudas
perdónanos, si puedes, nuestras deudas,
pero no nos perdones la esperanza;
no nos perdones nunca nuestros créditos.
A más tardar mañana saldremos a cobrar a los fallutos,
tangibles y sonrientes forajidos.
A los que tienen garras para el arpa.
Poco importa que nuestros acreedores perdonen
así como nosotros, una vez, por error,
perdonamos a nuestros deudores.
Todavía nos deben como un siglo de insomnios y garrote,
como tres mil kilómetros de injurias,
como veinte medallas a Somoza,
como una sola Guatemala muerta.
Y no nos dejes caer en la tentación
de olvidar o vender este pasado,
o arrendar una sola hectárea de su olvido,
ahora que es la hora de saber quiénes somos
y han de cruzar el río el dólar y su amor contra-reembolso
arráncanos del alma el último mendigo
y líbranos de todo mal de conciencia.
Amén.
Mario Benedetti
Fotografía: Cristóbal Martínez
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